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El municipio debe su nombre a los numerosos cauces que atraviesan su término, entre los que destacamos el arroyo del Horco y de San Pablo y la garganta de la Desesperá. Es un pueblo eminentemente agrícola y ganadero. En él se elabora un reconocido “vino de Pitarra”.

En su casco viejo, situada en los alrededores de la Plaza de España, nos encontramos la monumental Iglesia Parroquial de San Nicolás, obra de los S. XV Y XVI levantada con sillería de mampostería granítica. En su interior podremos apreciar un hermoso Retablo rococó del S. XVIII. Su torre, con posible origen defensivo y de construcción anterior, está separada del cuerpo principal de la Iglesia por una calle, lo que resulta curioso de contemplar para el visitante.

Continuando con la visita a esta localidad, no debemos olvidarnos de la Fuente del Llano y la Ermita del Santísimo Cristo del Humilladero, con la imagen de Cristo Crucificado (S. XVII). Desde la Plaza de la Atalaya, podremos disfrutar en su mirador de los parajes aledaños con la famosa Garganta de “la Desesperá”. Aguas arriba, en el límite con Piornal, tras los días lluviosos hay un bello salto de agua.

Esta localidad tiene sobrada fama por su producción pimentonera y tabaquera, el desarrollo artesanal alcanzado en la elaboración de dulces, así como, las gargantas de los Guachos y de San Gregorio, cercanas ambas a la población y esta última con un puente con probable origen romano.

En su casco urbano, además de curiosas muestras de arquitectura popular como la “fuente de los Ocho Caños” (lugar obligatorio de visita) o la “Plaza de Toros”, rectangular, podemos destacar la Casa del Obispo Godoy –teólogo del S. XVI- construida en cantería, y la Iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol, también del S. XVI, declarada Monumento de Interés Cultural, con un importante Museo Parroquial, en el que se exhibe la espléndida Cruz Procesional de plata (única en la Comarca) y la Cruz de Marfil.

En sus fiestas del Cristo del Sepulcro (lunes de Pentecostés) y del Cristo de la Salud del 16 al 19 de Julio, con toros al estilo verato, se puede contemplar el Baile de los Danzantes, tradición del S. XVII, (baile en el cual sus participantes están ataviados con vestidos blancos y cintas, acompañados por la gaita y el tamboril con música de influencia celta, donde bailan mientras entrechocan sus palos siempre frente a la imagen del Cristo. El 7 de Diciembre, víspera de la Inmaculada, tiene lugar el Viva -Viva, vistosa fiesta con hogueras y jinetes con antorchas.

El origen de esta localidad se remonta al período de repoblación iniciado a finales del Siglo XII y principios del S. XIII, formándose cuatro aldeas: Mesa, Curuela, Salobral y San Antón; éstas dependían política y administrativamente de Plasencia hasta finales del S. XIII, en el que Sancho IV cede las aldeas al Canciller de la Reina, D. Nuño Pérez de Monroy. Bajo este señorío estas cuatro aldeas se unen bajo el nombre de Villanueva y en 1643 compra su independencia al Señorío de Valverde, pagando al Conde de Nieva 3500 ducados.

Este municipio, declarado Conjunto Historico-Artístico, mantiene su arquitectura original bien conservada; cuenta con edificios de gran interés, como la Iglesia de la Inmaculada Concepción, declarada Monumento de Interés Cultural, iniciada su construcción en el año 1540 y que, debido a las diferentes fases de obras se finalizó a mediados del Siglo XVII. Destaca el Retablo Mayor de estilo churrigueresco, las tallas de Santa Ana y San Antonio, esta última realizada por el conocido arquitecto y escultor D. Aniceto Marinas.Con motivo de unas reformas llevadas a cabo en la Iglesia, se han encontrado unas inscripciones que están siendo investigadas.

Existen tres Ermitas: la de San Justo (que fue la primitiva iglesia), la de San Antón y la del Cristo reconstruida recientemente. De las otras, no existen datos cronológicos concretos.

Dentro de las edificaciones, no debe olvidarse el Ayuntamiento diseñado por D. Aniceto Marinas situado en la porticada y bella plaza Aniceto Marinas. Otros edificios muy interesantes son la Casa Palacio, la del Chorrillo o la famosa del Barco, llamada así por su estructura.

Si hacemos un recorrido por el pueblo, nos encontraremos con “regueras” de agua por las calles.

Para finalizar nuestro paseo por Villanueva, debemos mencionar sus bellos parajes naturales como la Chorrera del Diablo o el Chorro de la Ventera.

Es un pequeño y atractivo núcleo situado al sur de la Comarca en un collado como su propio nombre indica.

Posee una interesante muestra de arquitectura religiosa, en la Iglesia Parroquial de San Cristóbal del S. XV realizada en mampostería, sillarejo y ladrillo, lamentablemente su Retablo rococó de principios del S. XIX se quemó en un incendio en los años 80 del pasado siglo.Este templo disfruta desde el S. XVI del Privilegio de tener todos los años “JUBILEO” el día del Miércoles Santo, concedido por el Papa, sin conocerse a ciencia cierta la razón, consistiendo en la concesión de la Indulgencia Plenaria a todos los fieles que visiten el templo en esa fecha tan señalada.

A pesar de que su población no es numerosa, posee una gran jurisdicción e incluso lo fue bastante más al disponer entre sus tierras hasta 1813, fecha de la última división de provincias, del actual término de Casatejada. En sus alrededores se encuentra, en la conocida Garganta de Pedro Chate, el paraje natural de Las Pilas, de inusitada belleza por las caprichosas formas que durante tiempos ha logrado esculpir el agua al golpear la roca. Un lugar magnífico para el baño y el disfrute de toda la familia con el agua de la sierra.

Pequeño pueblo enclavado en la serranía verata que mantiene buenas muestras de la arquitectura tradicional. Se separa del Señorío de Valverde en 1642 y conserva su título en pergamino firmado por Enrique IV, así como la Picota o Rollo, símbolo de su independencia. Su término fue habitado desde los tiempos más remotos, encontrándose huellas de un castro celtíbero en el Cerro del Castrejón.

Por su emplazamiento, su amplia jurisdicción le procuran enclaves cuyas cotas superan con creces los 2.000 metros de altitud como la Sierra de Martinejos o la Loma de la Cumbre, constituyen ejemplos patentes de la orografía tan acusada que le proporcionan unos alrededores de indudable belleza.

Entre sus edificios más destacados podemos reseñar la Iglesia de San Andrés Apóstol, en la cual se conservan varias esculturas de excelente calidad artística de los S. XVI y XVII y un Retablo Mayor con pinturas sobre tabla del S. XVII. En la Casa Parroquial hay un crucificado de marfil de tres clavos del S. XVIII procedente de Filipinas.

En sus alrededores se puede visitar la Garganta de Las Meñas, el  Río Moros y La Covacha.

Sus habitantes hacen gala de un carácter sociable y hospitalario, que se muestra de manera especial, en el primer Domingo de Octubre, con motivo de las Fiestas de Nuestra Señora del Rosario.